Los autores que han estudiado la biografía de J.A. como Carmelo Romero, José María Martínez Laseca y Gonzalo M. Borrás coinciden enque no se puede deslindar totalmente las dos facetas de Gaya. Sin duda destacan que en la extensa obra de J. A. Gaya Nuño predominan las referidas a crítica e historia del arte, pero, que es su estilo literario, sincero y profundo lo que trasladado a la crítica le hace único
No obstante su prolija obra destaca más por la calidad y meticulosidad que por la cantidad. Prueba de este trabajo son las fichas manuscritas previas a la publicación, correspondencia con otros historiadores, intelectuales y artistas, así como los dibujos y fotografías que obran en su legado.
Todos los editores con los que colaboró Gaya destacan la seriedad y el estricto cumplimiento de lo establecido contractualmente. Esta seriedad en el trabajo, su laboriosidad, así como la brillantez literaria de su pluma es lo que le lleva a publicar constantemente y a permitirse una independencia económica e intelectual que mantiene en toda su obra.
Pero hay otra virtud que los que le conocieron destacan de Gaya que es su sinceridad, que le lleva, sin ser agrio, a defender en todo momento sus valores y opiniones. Esta cualidad imprescindible para un buen crítico le lleva a no hacer adulaciones en ningún momento. Su crítica es precisa y mordaz, sin adornos innecesarios y defensora de valores universales.
Colaboró habitualmente en revistas especializadas como: Ínsula, Goya, Al-Andalus, Boletín de la Academia de la Historia, Archivo Español de Arte y Arqueología, Boletín de la Sociedad Española de Excursionistas, El Universal de Caracas, El Diario de Barcelona, etc
La formación de Gaya comienza primero como historiador, internándose en sus primeros estudios por el románico y el arte islámico de su provincia natal. Pero ya en estos momentos aseguraba que: “La distinción entre historia y contemporaneidad no vale. La historia es crítica y la crítica es historia”.
De izquierda a derecha, Modest Cuixart, Juan Ramón Masoliver, Juan Antonio Gaya Nuño y Antoni Tàpies, en 1949, ante las puertas de las Galerías Layetanas.