“Sí que se ven a lo lejos humaredas guerreras” es la frase con la que este año se iniciaba el VIII certamen de relatos cortos, que como todos los años, y a pesar de las circunstancias pandémicas que nos rodean, la Asociación Cultural Gaya Nuño de Tardelcuende, ha seguido llevando adelante.
El creciente interés suscitado año a año por este certamen, ha llevado en la presente edición a un récord de participación con 499 relatos recibidos. Los finalistas seleccionados proceden de Buenos Aires, Madrid, Las Palmas, Sevilla, Tenerife, Vitoria, Valladolid, Valencia y Zaragoza. Y los premiados de esta VIII edición son:
1er PREMIO:
“No hay lugar para comediantes”.
Rosario Ros García. MADRID.
2º PREMIO:
“Ocaso en un terrón de azúcar”.
Guido Esteban Quarantotto. BUENOS AIRES.
3er PREMIO: (finalista-socia)
“El divorcio”.
María Dolores Miguel Carrascosa. MADRID.
La ceremonia de entrega no se va a poder llevar a cabo debido a la situación sanitaria que estamos viviendo. La publicación de los premiados se hará a través de listas de difusión, web de la Asociación, prensa… La Junta Directiva de la Asociación baraja la posibilidad de hacer una ceremonia de entrega más adelante, o bien hacer una referencia inicial de esta edición en la ceremonia de la siguiente, siempre que la evolución de la pandemia en ese momento lo permita.
1º Premio NO HAY LUGAR PARA COMEDIANTES. ROSARIO ROS GARCÍA
MADRID
Sí que se ven a lo lejos humaredas guerreras. Compañeros, hay que recoger y partir que aunque los soldados tarden en llegar y penetrar las murallas, no quedan ánimos para comedias, autos o entremeses.
–Gonzalo, avía los asnos y tú, Agustina, recoge el hato de las comedias, no sea que en la desbandada perdamos ropas, barbas, coronas, guitarras, zampoñas, espadas y bastones. Pésimo sería volver a la condición de miserables garnachas o pobres bululús, cuando casi somos compañía respetada.
–Apúrate Bernardo, busca el agujero que abriste en el corral y saca las longanizas, morcillas y solomos que apañaste en la venta. Discreción y rapidez que pronto habrá quien mate por comida y tus mañas serán nuestro sustento.
–¡En marcha, pues! Nuestras espadas de madera y escudos de latón no nos defenderán de sus hierros. Moriremos y nuestras mujeres que fueron diosas y reinas serán rameras gratuitas para la tropa. Es hora de partir. ¡No miréis atrás!
Ocaso en un terrón de azúcar 2º Premio.
Guido Esteban Quarantotto.
BUENOS AIRES.
Sí que se ven a lo lejos humaredas guerreras, repetía una y otra vez en su silla mecedora como un viejo disco rayado. Nuestras tazas de café reposaban vacías sin utilidad en su mesita de balcón mientras el ocaso se hundía en ellas como un terrón de azúcar. Estas tardes ocasionales era lo único que me quedaba de mi familia y a pesar de la imposibilidad de entablar una charla sentía algo de cobijo ahí. Lo miré sin que él lo notara y por primera vez tuve el valor de decirlo en voz alta. Tengo cáncer. Me miró como hacía años no lo hacía y me dijo con una mueca de sonrisa, Sí que se ven a lo lejos humaredas guerreras
3ER PREMIO-SOCIA FINALISTA.
MARÍA DOLORES MIGUEL CARRASCOSA
3ER PREMIO SOCIA-FINALISTA
EL DIVORCIO
Sí que se ven a lo lejos humaredas guerreras, interpretó ella, cuando él se olvidó de su aniversario.
Antes de este episodio, ella ya había observado alguna acción claramente provocadora por parte del bando contrario, sin ir más lejos, dejar sin tapar el bote de champú o comerse el último yogur Bio que quedaba en la nevera.
Para lanzar su ofensiva escogió la final de la “Champions”. Messi situó el balón en el punto de penalti y ella se cruzó por delante de su recién estrenado adversario, impidiéndole así la visión del gol de la victoria de su equipo.
El conflicto estalló convirtiéndose en un combate cuerpo a cuerpo. Un plantón, supuestamente justificado, en la puerta del cine, fue correspondido con la rotura, sin querer, del trofeo de futbito, mientras limpiaba el polvo.
Finalmente ambos ejércitos rubricaron una tregua que se materializó en divorcio. El disfrutaría del coche y el apartamento de la playa y ella, de la casa.